INTRODUCCION
La educación en México ha sido hasta hoy un motor del país hacia el
desarrollo social, cultural, económico y productivo. Históricamente la
educación ha sido considerada por diversos actores sociales (profesores,
especialistas, estudiantes, autoridades educativas y organizaciones) como la
punta de lanza del desarrollo del país. Se cree que la educación que se imparte
en las escuelas es la responsable de que las personas sean malos ciudadanos, no
encuentren trabajo o no sean capaces de desarrollarse profesionalmente, pero
esto también es consecuencia del crecimiento de los individuos dentro de su
familia.
La familia es la base de la sociedad y por consecuencia también es
responsable de la educación de las personas que viven dentro de ella.
Actualmente la educación en México es ineficaz, porque en primer lugar los
conocimientos que se imparten en las escuelas públicas no los lleva al
individuo al logro de sus metas profesionales; y en segundo lugar, en este
momento la mayor parte de las personas que quieren iniciar su educación
superior no tienen esa oportunidad, ya sea porque su condición económica no se
lo permite, o porque los conocimientos que adquirieron en su educación previa
no son adecuados para aprobar un examen que es la puerta a su educación.
SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO
El sistema educativo mexicano está compuesto por una gran diversidad de instituciones
fundadas a lo largo de más de dos siglos. Aunque conservan algunas señales de
sus orígenes y de los proyectos educativos que enmarcaron su nacimiento, las
instituciones actuales han vivido diversas transformaciones bajo el influjo de
las políticas educativas reformistas de distintas épocas y los cambios en la
vida social, cultural y política del país. A partir de la década de los setenta
la política educativa comenzó una nueva etapa reformista, que se acentuó en el
último decenio del siglo xx, cuando se aceleró una serie de transformaciones en
todos los ámbitos de la vida nacional y en un mundo que se ha globalizado y en
el que la educación, la ciencia y los nuevos sistemas de información y
comunicación tienen un papel central.
Educación básica
A partir de la década de los noventa se impulsó una serie de
transformaciones en la educación básica y normal: se reorganizó el sistema
mediante la descentralización y la redistribución de la responsabilidad
educativa entre el gobierno federal y los estados; se amplió la educación
obligatoria de seis a 12 grados (agregando a la primaria primero la secundaria
y después el preescolar); se renovaron los planes y programas de estudio y se
actualizaron los libros de texto de educación básica; se reformó el currículum
de la formación inicial de maestros, y se ha ido configurando un sistema
nacional de formación continua de maestros. Asimismo, se han mejorado, aunque con
altibajos, los ingresos de los maestros y se implantó una serie de programas
que han modificado las condiciones de trabajo del magisterio, como el de
Carrera Magisterial y el examen de ingreso al servicio docente.
Comenzaron a ejecutarse varios programas educativos nacionales que
buscan mejorar la calidad y equidad del sistema educativo. Además, la
evaluación tiende a convertirse en uno de los instrumentos esenciales para la gestión
del sistema educativo nacional.
Sin duda, el currículum es el corazón del sistema educativo. En un
sentido amplio, comprende los contenidos educativos plasmados en los planes y
programas de estudio, los libros de texto y otros materiales y dispositivos didácticos,
la formación, la práctica docente y otros contenidos —valores, comportamientos—
implícitos en la organización y vida cotidiana de las escuelas. La formación de
valores es uno de los contenidos esenciales del currículum de la educación
básica. Está prevista en asignaturas específicas (formación cívica y ética,
historia, geografía, ciencias naturales) y como una serie de contenidos
transversales en el resto de las asignaturas.
Una de las transformaciones más importantes del sistema en las últimas dos
décadas ha sido la emergencia de la evaluación educativa como un instrumento estratégico
asociado a la gestión, la rendición de cuentas, los incentivos y el control
social sobre la educación. Felipe Martínez Rizzo y Emilio Blanco nos entregan
un estudio sobre el desarrollo y los principales desafíos de la evaluación
educativa. Analizan las primeras experiencias de evaluación en las décadas de
los setenta y ochenta, la consolidación de los programas de evaluación de la
Secretaría de Educación Pública (sep) en los años noventa, la participación de
México en las primeras evaluaciones internacionales y la progresiva apertura en
la publicación de los resultados.
Los maestros son el factor decisivo para el mejoramiento de la calidad educativa.
En la última década del siglo xx se implementaron diversas políticas orientadas
a mejorar el sueldo y la formación inicial y continua de los maestros. Además,
en 1993 se implantó el Programa de Carrera Magisterial (cm), como una especie
de escalafón paralelo al programa anterior, con el fin de estimular
económicamente la labor docente a partir de la evaluación de diversos factores,
entre los que sobresalen su formación inicial y continua y el aprovechamiento
escolar de sus alumnos.
El financiamiento es uno de los principales problemas que ha afrontado el
sistema educativo federalizado: insuficiencia de recursos, inequidad en la distribución
de recursos federales a los estados y desigual esfuerzo de los estados en el
financiamiento educativo.
En las últimas dos décadas la gestión del sistema educativo ha promovido
una mayor participación social y se ha activado la participación de antiguos y
nuevos actores que prácticamente habían sido excluidos en la definición de la
política educativa. Entre los actores reactivados sobresalen los gobiernos de
los estados, los partidos políticos, el Poder Legislativo, la Iglesia y los
empresarios. Y entre los nuevos actores sobresalen los investigadores educativos,
las organizaciones civiles y revistas y los foros educativos.
Aurora Loyo analiza la participación de todos estos actores y la del principal
grupo de presión del sector educativo: el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (snte). La autora compara los tres “pactos políticos” que, en las
dos últimas décadas, han sido consensados principalmente entre el gobierno
federal y el snte: en 1992, el Acuerdo Nacional para la Modernización de la
Educación Básica (anmeb); en 2002, el Compromiso Social por la Calidad de la
Educación y, en 2008, la Alianza por la Calidad de la Educación (ace). Desde la
perspectiva de la autora, el anmeb y la ace son los más importantes por su
contenido, consecuencias, actores y contexto social y político. Loyo concluye
que el anmeb formaba parte de un impulso reformista mucho más amplio y fue
firmado después de una intensa negociación entre la sep, el snte y los gobiernos
de los estados; además, significó el fortalecimiento de la iniciativa educativa
del Estado, la reorganización del sistema y el impulso de una serie de reformas
educativas.
Por el contrario, según la autora, la ace fue “un arreglo transitorio” entre
el gobierno federal y el sindicato, en el que el Estado “acusó una gran debilidad”
y del que el resto de los actores fueron excluidos.
A partir de la federalización educativa, la sep comenzó a impulsar una serie
de programas que buscaban ir más allá de la reorganización general del sistema
y transformar también la gestión de las propias escuelas mediante diversas
estrategias de intervención. Primero, en la década de los noventa se implantaron
Escuela Digna, el Proyecto de Transformación de la Gestión Escolar y algunos de
los componentes de los programas educativos compensatorios. Después, en 2001
comenzó a operar el Programa de Escuelas de Calidad (pec), que en 2006 había
incorporado a alrededor de 20% de las escuelas públicas de educación básica.
Para ello, de manera voluntaria, cada escuela deberá elaborar en forma colegiada
—con la participación de directivos, maestros, padres de familia y otros
actores sociales— un diagnóstico, proyecto escolar y programa anual de trabajo
en los que se precisen los insumos y acciones necesarios para mejorar el
trabajo en la comunidad escolar y la calidad de los aprendizajes de los
estudiantes. Aunque las escuelas cuentan con cierto margen de autonomía en la
administración de los recursos y en la definición de los insumos y acciones,
cada comunidad escolar tendrá que someterse a una serie de mecanismos de
evaluación y rendición de cuentas. La federalización educativa de 1992
transfirió a los gobiernos de los estados las escuelas de educación básica y
normal que hasta entonces habían estado bajo la administración directa del
gobierno federal. Además, mediante una reforma jurídica —constitucional y
legislativa— redistribuyó la responsabilidad educativa entre el gobierno
federal y los estados.
Educación media superior
En los últimos años se ha intensificado la demanda por este nivel
educativo, debido a la universalización de la educación básica en la segunda
mitad del siglo xx y al aumento del número de jóvenes en la cohorte demográfica
con edad para cursar la educación media superior. Además, al cambio de siglo,
la educación media superior se ha convertido en una etapa clave dentro de la
definición de la estructura de oportunidades, las opciones de movilidad social
y las trayectorias de vida futuras para los jóvenes. Los cambios en la
economía, las cohortes de edad y la estructura del empleo —y del desempleo— en
nuestro país han provocado en los últimos años un amplio debate sobre la
educación media superior y la necesidad de que este nivel educativo responda
mejor a las necesidades de formación para la vida y el trabajo de los jóvenes
del nuevo siglo.
A diferencia de los otros dos niveles educativos (básica y superior), la
educación media superior (ems) históricamente ha tenido un perfil menos definido
y se ha desarrollado de una manera mucho más errática en el último medio siglo.
A pesar de su masificación y de múltiples reformas a lo largo del siglo
xx, aún es pequeño el número de jóvenes que ingresa y completa sus estudios de ems,
conserva un currículum enciclopédico y sigue desarrollándose con base en una
débil planeación. Además, la ems no ha podido superar los problemas de falta de
identidad de una educación que, en algunos casos, es propedéutica para el
ingreso a la educación superior, en otros, una opción terminal y profesionalizante
y, en otros más, bivalente (propedéutica y terminal).
En la segunda mitad del siglo xx se acentuó aún más la diversificación de
un nivel educativo que ya era diverso desde sus orígenes en otros aspectos,
como su dependencia administrativa y sus planes y programas de estudio. Esto ha
provocado, en palabras de Villa Lever, una “fragmentación jerarquizada” que
reproduce los esquemas de estratificación social a partir de la diferenciación
en la calidad y el prestigio de las distintas modalidades educativas. Todo esto
dificulta la coordinación, regulación y gestión de la ems. Por otra parte, la
expansión diversificada de la ems no ha dado los resultados esperados en
cobertura, calidad, equidad y pertinencia.
Además, es perceptible una enorme desigualdad regional en la cobertura y
una elevada deserción escolar que se traduce en la baja eficiencia terminal que
no se ha logrado modificar desde 1980.
Algunos de los problemas más severos son la escasa cobertura, las altas
tasas de deserción, la inequidad y la calidad. Para afrontar estos problemas se
busca configurar un Sistema Nacional de Bachillerato que, sin suprimir la
diversidad del sistema, imprima una base común a las distintas modalidades educativas
y resuelva el problema de la dispersión curricular y el tránsito de los
estudiantes entre subsistemas y escuelas. Con la implantación de un marco
curricular común basado en el enfoque de competencias, la reforma busca resolver el problema de falta
de identidad de la ems y dar mayor sentido a la formación, al dotar a los
jóvenes de las habilidades necesarias para su desarrollo y su inserción en el
mercado de trabajo.
Esta reforma en la estructura curricular implica la necesidad de
construir un nuevo andamiaje institucional para un bachillerato articulado,
mediante una serie de reformas en la regulación, gestión y evaluación de este
nivel educativo.
Las modalidades tecnológicas de la ems tienen ante sí el reto de
consolidar un programa de formación que prepare a los jóvenes para el cambio tecnológico
y les permita ajustarse de manera flexible a las demandas cambiantes del
mercado de trabajo. Antonio Argüelles nos señala que uno de los principales
problemas de la educación técnica —en México y el resto del mundo— ha sido su
desfase con respecto a las nuevas formas de producción y requerimientos
tecnológicos. Según Argüelles, el Colegio Nacional de Educación Técnica
Profesional (Conalep) se fundó como una respuesta tardía a la demanda esperada
de un modelo de sustitución de importaciones que se estaba agotando y no se
anticipó el surgimiento de una nueva organización productiva, en el marco de un
nuevo modelo basado en la apertura económica y una mayor competitividad
internacional. Argüelles analiza las reformas que se realizaron en el Conalep
en la década de los noventa, que llevó a su transformación de una modalidad terminal
en bivalente (terminal y propedéutica), la reorganización y reducción del
número de carreras, la reforma y flexibilización de los planes y programas de
estudio y, finalmente, la federalización o descentralización de la institución.
Los trabajos que componen esta sección hacen evidente que la definición de
una política educativa articulada para la ems tiene que considerar las
necesidades y particularidades de las distintas modalidades existentes, aun
cuando se trate de enfrentar retos comunes como el de la reforma curricular, la
disminución de la deserción y los cambios en la gestión del sistema.
Educación superior
Desde la década de 1980 la educación superior ha vivido una serie de transformaciones
en muchos aspectos: planeación, gestión, evaluación, personal académico y
tamaño, diversificación y distribución regional. No obstante, al igual que en
la educación media superior, la educación superior conserva algunos de sus
rasgos de origen, como es su heterogeneidad, que se ha acentuado en el último
medio siglo, y su segmentación histórica en tres grandes subsistemas:
universitario, tecnológico y normal. El sistema de educación superior de ahora
es también el resultado de la acelerada expansión no regulada de la matrícula
de la década de 1970, la fuerte contracción del gasto público en educación
superior de la década de los ochenta y las nuevas estrategias de planeación que
comenzaron a implantarse en la segunda mitad de ese decenio y se consolidaron
en los años noventa.
Este último impulso reformista ha buscado afrontar los múltiples retos
de la consolidación académica de las instituciones de educación superior (ies),
la creciente demanda social para ingresar a ese nivel educativo y atender la exigencia
de recursos humanos calificados para la modernización económica del país.
El personal académico ha sido afectado por las políticas de educación superior
y, en particular, por aquellas orientadas a modificar la relación laboral y la
carrera académica.
En las últimas dos décadas, la educación superior pública también ha diversificado
su organización y programas académicos, como lo muestra la fundación de las
universidades tecnológicas (ut), los institutos tecnológicos regionales
descentralizados y las universidades politécnicas. Pedro Flores Crespo analiza
la fundación y los rasgos esenciales de las ut, que a partir de 1991 ofrecen
una modalidad flexible que busca incorporar a la educación a jóvenes con
mayores desventajas socioeconómicas y en regiones donde, a veces, esta
modalidad es la única opción de educación superior. Además, se esperaba que las
ut contribuyeran a formar a los técnicos profesionales que necesitaba la
modernización económica del país. Hay estudios que demuestran que esta nueva
modalidad ha ofrecido oportunidades educativas a miles de jóvenes en desventaja
social y económica, pero no ha dado los resultados esperados. Es una modalidad
educativa que tiene poco prestigio social, altas tasas de deserción y su peso
dentro del sistema de educación superior es muy bajo y se encuentra
prácticamente estancado.
Esto se debe a algunas deficiencias en su concepción: un currículum
saturado de actividades escolarizadas, la inflexibilidad para continuar
estudios de licenciatura en otras modalidades y la debilidad de los procesos de
certificación.
CONCLUSION
Las políticas educativas impulsadas en México por los organismos
internacionales han empujado de alguna manera reformas administrativas importantes.
Nadie puede negar los efectos positivos de los proyectos y programas, se ha
avanzado sobre todo en el marco administrativo en la descentralización, pues se
busca que los recursos lleguen a donde se les necesita; se han impulsado
procesos importantes de sistematización de información y se comienza a tener
mayor conciencia sobre la necesidad de evaluar y del compromiso de la rendición
de cuentas en todos los niveles.
Sin embargo, persisten problemas no sólo de perfeccionamiento de los proyectos
y en las formas de focalizar, sino de resultados y de procesos.
Ante la débil demanda que busca estudiart en el modelo educativo, el
gobierno se propone atraer jóvenes mediante el ofrecimiento de grados y
títulos, lo que parece ser más una respuesta tardía y simplista que un cambio
verdadero del Subsistema. Los cambios sustantivos que podría plantearse el
Subsistema de las ut están basados en un análisis pormenorizado de la
estructura de empleo en México y, sobre todo, en imaginar opciones educativas
que sean formadoras de seres humanos con una mentalidad global, democrática y
solidaria; es decir, una moderna concepción de lo que significa la educación en
el siglo xxi.
En la perspectiva de una nueva gestión del logro educativo y de un
sistema orientado a resultados, las políticas curriculares exigen también
ajustes de conceptualización y apertura que permitan recuperar distintos
aprendizajes acumulados en el diseño técnico y en los procesos de
implementación, lo cual supone buscar opciones de innovación en los diseños
institucionales orientados a mejorar los mecanismos de participación social y
académica, a la puesta en marcha efectiva en las escuelas, al involucramiento
de los distintos actores institucionales con especial énfasis en los maestros y
padres de familia, los equipos directivos y de supervisión. Supone también el
desarrollo de un esquema de trabajo institucional más articulado entre los
distintos niveles de gobierno para lograr que las reformas lleguen efectivamente
a las escuelas.
BIBLIOGRAFÍA
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Argüelles, A. (1998). La educación tecnológica en el mundo. México : Limusa, 380 p.
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·
Loyo, B.. (2003). Sindicalismo
Magisterial y educación en un contexto de pugnas partidarias, en Bertussi, G.T.
(coord). Anuario educativo mexicano: visión retrospectiva 2002.Mexico: UPN-La
Jornada Ediciones. pp. 153-171.
Mar�a Jos�:
ResponderEliminarBuen recuento hist�rico del sistema educativo mexicano, sin embargo , no encuentro reflexiones personales tuyas. Te recuerdo que el ensayo es un ejercicio literario y ci�ntifico en el que se expresan las ideas y propuestas personales entorno aun tema en particular.en el se busca lograr el an�lisis suficiente de ese tema y sus relaciones con diversos asuntos. Gracias.